Según revista Hildebrandt el caso de vacunas sería soborno e involucra a Martín Vizcarra

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Por: Américo Zambrano, periodista de la revista Hildebrandt en sus Trece.

Con las vacunas regaladas e inoculadas por lo bajo el laboratorio chino Sinopharm aseguró su venta y logró que desde el gobierno del Perú se saboteara cualquier otra compra. Por eso se petardeó la negociación con Pfizer aduciendo «un asunto de soberanía». La cárcel debe esperar a los implicados

La vacunación en secreto a una larga lista de personajes, entre funcionarios de alto rango, políticos, diplomáticos, médicos, empresarios, consultores, lobistas y otros, es el hilo de la madeja de una trama montada para favorecer al laboratorio chino Sinopharm en la carrera vertiginosa por la compra de vacunas contra el coronavirus.

A través de la entrega irregular de 3,200 dosis adicionales de su vacuna experimental, Sinopharm consiguió que el gobierno de Martín Vizcarra le concediera la prioridad absoluta en la compra de los fármacos, por encima de otros laboratorios internacionales, como Pfizer/BioNtech, según indagaciones realizadas por este semanario en el Ministerio de Salud (MINSA) y la cartera de Relaciones Exteriores.

Los acuerdos con Pfizer, AstraZeneca, Johnson & Johnson y otras compañías importantes fueron aplazados mientras el expresidente Vizcarra, su esposa, su hermano y una serie de altos funcionarios de la Cancillería y el MINSA se aprovechaban de sus posiciones privilegiadas para aplicarse a escondidas la candidata a vacuna china.

Este entramado, que hoy es materia de una investigación por delitos de negociación incompatible y concusión en la Fiscalía de la Nación, se mantuvo y se extendió durante el gobierno de Francisco Sagasti.

Casi 100,000 personas murieron a causa del coronavirus, entre ellos 310 médicos, 125 enfermeras y 525 policías, desde que apareció el coronavirus en el Perú hace casi un año, según la base de datos del Sistema Informático Nacional de Defunciones (Sinadef). A fines del año pasado los contagios aumentaron rápidamente, los hospitales volvieron a colapsar y el oxígeno se acabó debido el rebrote del virus.

Sin embargo, el Comité Multisectorial encargado de negociar la compra de las vacunas no actuó con premura para cerrar los contratos a tiempo. ¿Por qué? La mitad de sus integrantes ya se había inmunizado con las dosis “de cortesía” del laboratorio estatal chino.

En los hechos, la inoculación en secreto del expresidente Vizcarra, la exministra de Salud Pilar Mazzetti, la excanciller Elizabeth Astete y otros funcionarios del más alto nivel que tuvieron a su cargo la compra de las vacunas contra el covid-19 tuvo el efecto de un soborno a gran escala que favoreció a Sinopharm y perjudicó a sus competidores.

A fines de noviembre pasado, cuando la segunda ola de la pandemia recién empezaba a emerger, el Perú estuvo a punto de convertirse en uno de los primeros países en la región en cerrar un acuerdo definitivo con Pfizer para obtener 9.9 millones de vacunas, de las cuales 1’750,000 dosis debían llegar al país en el primer trimestre de este año.

Las negociaciones estaban tan avanzadas que el laboratorio estadounidense se había comprometido a entregar un primer lote de 50,000 dosis para vacunar a 25,000 peruanos en diciembre pasado, es decir, dos meses antes del inicio de la vacunación oficial en el Perú.

Pfizer envió un proyecto del contrato final al Ministerio de Relaciones Exteriores el pasado lunes 23 de noviembre, seis días después de que Francisco Sagasti asumiera la presidencia de la República. La firma del documento fue programada para el lunes 30 de noviembre. El contrato, sin embargo, nunca se suscribió en la fecha acordada. ¿Qué sucedió?

El Ministerio de Relaciones Exteriores, que llevaba las riendas y tenía la última palabra en las negociaciones para la compra de las vacunas, se negó a aceptar dos de las cláusulas impuestas por Pfizer en el documento definitivo, alegando que vulneraban la “soberanía” de nuestro país. Una de ellas exigía inmunidad para el laboratorio y sus subsidiarias a nivel mundial en caso de que las vacunas provoquen efectos secundarios en las personas. El segundo punto planteaba la posibilidad del embargo de cuentas y propiedades del Estado peruano en caso de que el país incumpliera con el pago de las vacunas.

Dos fuentes de la Cancillería revelaron que el Comité Multisectorial, presidido por el Ministerio de Relaciones Exteriores, nunca tuvo la intención de firmar el contrato con Pfizer en la fecha prevista hasta finiquitar primero el acuerdo con los chinos que ya habían distribuido sus dosis entre los funcionarios responsables de comprar las vacunas.

De hecho, ocho de los 18 miembros del Comité Multisectorial de alto nivel, constituido por el expresidente Martín Vizcarra en agosto del año pasado, fueron vacunados a escondidas con la vacuna experimental china, mientras conducían las negociaciones con los laboratorios, según el registro entregado por la Universidad Cayetano Heredia.

Dos personajes importantes en este negociado son el embajador Jorge Jarama Alván, exdirector de Ciencia y Tecnología del Ministerio de Relaciones Exteriores y brazo derecho de la excanciller Astete, y el médico cinijano Carlos Julio Castillo Solórzano, asesor en vacunas e inmunización del Ministerio de Salud y “representante alterno” de la exministra Pilar Mazzetti en el Comité Multisectorial de las vacunas.

Germán Málaga, ex investigador a cargo del ensayo clínico de la vacuna de Sinopharm, declaró que Jarama y Castillo fueron los “dealers” del gobierno en la repartija de las dosis de “cortesía” de este laboratorio. Ambos, según la versión de Málaga, escogieron a los funcionarios públicos, personas de confianza o “invitados” que fueron inoculados con las vacunas de Sinopharm por fuera del ensayo clínico. El embajador Jarama, conocido como el “zar de las vacunas” en la Cancillería, fungió de enlace con la Embajada China en el Perú, bloqueó la firma del contrato final con Pfizer, el 30 de noviembre del año pasado, y se pronunció, finalmente, a favor de cerrar el negocio con Sinopharm para la adquisición de 38 millones de vacunas chinas, a un costo unitario mayor que el ofrecido por los demás laboratorios.

El embajador Jarama aprovechó su conexión con los chinos y su posición privilegiada en el Comité Multisectorial para inmunizarse con la candidata a vacuna de Sinopharm. El pasado 3 de octubre el diplomático recibió clandestinamente la primera dosis. Jarama fue inoculado un día después que el expresidente Martín Vizcarra y su esposa Maribel Díaz Cabello. El embajador se aplicó la segunda dosis el 24 de octubre pasado, es decir, en plenas negociaciones para cerrar el contrato con Pfizer.

Jorge Jarama Alván también hizo vacunar a su esposa Darlene Mendizábal Quiñones, a su cuñado Víctor Francisco Mendizábal Quiñones y hasta a su suegra Violeta Quiñones viuda de Mendizábal.

Por si fuera poco, en su calidad de “enlace” con la Embajada China, Jarama decidió qué funcionarios o “invitados” del Ministerio de Relaciones Exteriores debían ser inoculados con las vacunas de Sinopharm, según testimonio del también embarrado doctor Germán Málaga.

“El grupo negociador recibió un lote de vacunas, las tuvo en su poder y dispuso de ellas”, aseguró una fuente del Ministerio de Relaciones Exteriores. ‘Tenían estas vacunas chinas y las ofrecían entre ellos como si fueran bocaditos. ¿Te apetece?, ¿quieres servirte una o dos dosis? Así las repartían. Algunos aceptaron, otros no”, contó la fuente.

Hasta ahora se conoce que, además de Jorge Jarama, otros siete funcionarios de alto rango del Ministerio de Relaciones Exteriores fueron inmunizados con la vacuna candidata del grupo Sinopharm. Ellos son la excanciller Elizabeth Astete Rodríguez, Javier Sánchez-Checa, exjefe del gabinete de asesores del Ministerio de Relaciones Exteriores; el embajador Francisco Tenya Hasegawa, exsecretario general de la Cancillería; Manuel Gonzales Chávez, exdirector general de Asiay Oceanía, así como el exdirector de protocolo de esa cartera Jorge Efráín Lazo Escalante. También fueron vacunados el ministro consejero Óscar Suárez Peña y la asistente Claudia Halabi Almeyda.

La excanciller Elizabeth Astete Rodríguez aprobó la compra del primer lote de un millón de vacunas de Sinopharm, por 94 millones de soles, el pasado 7 de enero. Y recibió a escondidas la primera dosis de la vacuna el viernes 22 de enero, dos semanas antes del arribo a nuestro país de las primeras 300,000 dosis confirmadas del laboratorio estatal chino. Aquel día el Ministerio de Salud registró 3,160 nuevos contagios y 153 muertes a causa de la segunda ola del coronavirus.

La extitular de Relaciones Exteriores celebró, emocionada, la llegada del avión con las vacunas chinas y nunca informó al país que ya había recibido clandestinamente una primera vacuna de Sinopharm fuera del ensayo clínico. Astete presentó su renuncia recién el pasado domingo 14 de febrero, cuando ya había explotado el escándalo.

A través de su cuenta de Twitter, la excanciller afirmó que, por haber liderado la estrategia de negociación para la adquisición de las vacunas desde finales de noviembre del 2020, “no podía darme el lujo de caer enferma”. Astete dice, ahora, ser consciente del “grave error” que ha cometido y argumenta que por esta razón resolvió no recibir la segunda dosis. Lo cierto es que Elizabeth Astete y el embajador Jarama no fueron los únicos funcionarios que actuaron como “topos” de Sinopharm en el Comité Multisectorial encargado de negociar la adquisición de las vacunas.

El 19 de agosto pasado la exministra Pilar Mazzetti designó como su representante alterno en este grupo de trabajo al médico cirujano Carlos Julio Castillo Solórzano, asesor en vacunas e inmunización del MINSA Castillo, para todo efecto práctico, fue el emisario de Pilar Mazzetti en el proceso de negociación con los grupos farmacéuticos.

El doctor Carlos Castillo Solórzano se coludió con el embajador Jorge Jarama para obstruir la firma del contrato final con Pfizer/BioNtech. Y en octubre pasado se pronunció en contra de que el gobierno suscriba un “convenio vinculante” para asegurar la obtención temprana de un lote de vacunas de emergencia del laboratorio británico AstraZeneca.

La posición del Ministerio de Salud file que AstraZeneca/Oxford proporcionó “información insuficiente” sobre el fallecimiento de un voluntario del ensayo de esta vacuna experimental en Brasil. Ysobre dos casos específicos de “mielitis transversa”, afección causada por una inflamación en la médula espinal, presentados durante los ensayos en fase tres déla vacuna de AstraZeneca/Oxford en el Reino Unido.

El ex premier Walter Martos y el excanciller Mario López respaldaron la decisión de suspender temporalmente la firma del contrato con | AstraZeneca, lo que benefició a los £ intereses del laboratorio chino.

El médico cirujano Carlos Castillo Solórzano, el hombre de confianza de Pilar Mazzetti, fue uno de los primeros vacunados solapas. Recibió la primera dosis el 12 de setiembre pasado y completó su inmunización el sábado 3 de octubre.

Castillo, además, fue el “enlace” entre Germán Málaga, el investigador del ensayo clínico de la vacuna de Sinopharm, y la cartera de Salud.

Al menos 50 funcionarios del Ministerio de Salud habrían recibido dos dosis de la vacuna candidata de Sinopharm fuera del ensayo clínico.

Castillo realizó las gestiones necesarias para que la exministra de Salud Pilar Mazzetti, su chofer Juan Carlos Asencio Bermúdez y Abanto Rojas, amiga y colaboradora cercana de Mazzetti, fuesen inmunizados en secreto con las dosis de “cortesía” de Sinopharm.

Gracias a Castillo también se vacunaron el excongresista fiijimorista Alejandro Aguinaga Recuenco y su esposa Sonia Weber, así como Patricia García, exministra de Salud del gobierno de Ollanta Húmala.

Castillo dejó el Comité Multisectorial encargado de la compra de las vacunas en enero del 2021 para asumir el cargo de ejecutivo adjunto II del viceministerio de Salud Pública. Mazzetti nombró en su lugar a Mario Tavera Salazar, quien también fue vacunado clandestinamente en setiembre del año pasado. Otros miembros del Comité Multisectorial de alto nivel que se aplicaron en secreto sus respectivas dosis fueron el rector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Orestes Cachay; el vicerrector de Investigación de la Universidad Cayetano Heredia, Alejandro Bussalleu Rivera, y el doctor Rafael Suárez Peña, representante de la Presidencia del Consejo de Ministros en el equipo de las vacunas.

La exministra de Salud Pilar Mazzetti, considerada por ciertos periodistas como una “heroína” en la lucha contra la pandemia, fue inoculada a escondidas el 12 de enero pasado. Mazzetti completó su inmunización clandestina el 6 de febrero, mientras las Salas de Cuidados Intensivos y los hospitales colapsaban a nivel nacional.

“Cedí ante la inseguridad y mis miedos”, argumentó Mazzetti en una carta difundida el lunes último por la noche. Sin embargo, la exministra de Salud no tuvo ningún reparo en mentirle al país, cuando aseguró en una conferencia de prensa, al lado del presidente Francisco Sagasti, que se iba a vacunar recién cuando todo el personal de primera línea esté inmunizado. “El capitán es el último que abandona el barco. Una vez que todas las personas que trabajan en el sistema estén vacunadas, recién será nuestro momento, como debe ser. Los que estamos a la cabeza de las instituciones tenemos que dar el ejemplo. Yo esperaré mi momento”, fingió Mazzetti el pasado 10 de febrero. Hoy es repudiada por los médicos y enfermeras de todo el país.

Un informe preliminar de la Contraloría General de la República indica que la lista de personas vacunadas que se conoce hasta este momento no es de 487 personas sino de 471 beneficiarios. De ellos, se ha identificado a 122 altos funcionarios y a 26 grupos familiares, todos ellos favorecidos con la aplicación de las dosis de Sinopharm.

Todavía faltan muchos nombres. Las 3,200 dosis adicionales de la vacuna experimental de Sinopharm ingresaron al país el 2 de setiembre del año pasado, vulnerando todas las normas vigentes. De este lote, 1,200 dosis fueron entregadas directamente a la Embajada de China en el Perú, la misma que hoy, aún después del escándalo, parece ser defendida por la premier Violeta Bermúdez. La delegación diplomática de este país no llega a las 250 personas, por lo que se presume que el resto de las vacunas de Sinophann fue repartido entre numerosos empresarios vinculados a la comunidad china en el Perú. La Universidad Cayetano Heredia se quedó con 2,000 dosis, de las cuales 200 fueron para la Universidad Mayor de San Marcos. (Por ser de intereses general publicamos esta grave denuncia de la revista Hildebrandt en sus Trece).

Portada de la revista Hildebrandt en sus Trece.