A pesar de un dramático intento de remontada en el último día, con Europa construyendo una ventaja de 5,5-2,5 en el día inaugural y extendiendo esa ventaja a 11,5-4,5 segundos al final del segundo día, la mayor ventaja en la historia moderna de la Ryder Cup de cara al último día, el equipo de EE. UU. se quedó con demasiado que hacer.
Aunque el equipo local ganó 8,5 puntos en 12 partidos individuales, no fue suficiente.
“Pones mucho esfuerzo en ello y haces toda esta planificación, y luego los primeros dos días son tan malos como pensábamos que iban a ser”, dijo Bradley.
Se esperaba que Bradley asumiera el rol de jugador-capitán, pero “cambió de opinión” a principios de este año y decidió no jugar en Nueva York.
“El primer día de práctica, me paré en el tee y miré a los muchachos caminando por la calle y me dije a mí mismo: ‘Ojalá pudiera golpear la pelota; de eso se trata. Me lo estoy perdiendo'”.
Pero Bradley dijo que tomó la decisión correcta al ser nombrado porque estaba “agotado” en el segundo día de juego.
“Simplemente no pensé que pudiera hacer ambas cosas al mismo tiempo”, dijo.
Bradley ha perdido tres Ryder Cups como jugador y capitán. Todavía tiene que desempacar su maleta de la derrota de 2012 en Medina y fue miembro del equipo estadounidense que perdió en Gleneagles en 2014.
Y, aunque no está seguro de tener otra oportunidad, dijo que seguirá preparándose para futuras ediciones.
La próxima Ryder Cup se celebrará en Adare Estate en Irlanda del 17 al 19 de septiembre de 2027.
