A medida que el Reino Unido entra en una nueva era de transformación digital (desde ciudades inteligentes y vehículos conectados hasta servicios de gobierno electrónico y aplicaciones impulsadas por IA), la ciberseguridad desempeña un papel cada vez más importante para garantizar que estas innovaciones sean seguras, fiables y dignas de confianza.
A primera vista, el viaje digital del Reino Unido se está acelerando en todos los frentes. Desde el control fronterizo hasta el NHS, los servicios públicos se están digitalizando. La infraestructura de telecomunicaciones se está actualizando con 5G y despliegues de fibra completa.
Vicepresidente ejecutivo de ciberseguridad e identidad digital en Thales.
Pero detrás de estos interesantes acontecimientos se esconde una cruda realidad: el año pasado se denunciaron más de 2 millones de delitos cibernéticos en Inglaterra y Gales, lo que le costó a la economía un estimado de 27 mil millones de dólares.
Estas no son sólo cifras: son historias de pérdida de confianza, servicios interrumpidos y sufrimiento económico real. Cuando un importante minorista del Reino Unido sufre un ciberataque, no se trata sólo de una pérdida financiera: es un golpe a la confianza del público en los sistemas en los que todos confiamos.
La verdad es que cada innovación, ya sea una red inteligente, un sistema de identificación biométrica o un chatbot de IA, amplía la superficie de ataque. Y si bien la transformación digital promete beneficios y crecimiento, también introduce complejidad, dependencia y riesgo.
A medida que el Reino Unido adopta rápidamente la transformación digital, ahora existe la oportunidad de garantizar que este futuro sea innovador y seguro, basado en la confianza pública.
Ciberseguridad: de escudo técnico a facilitador estratégico
La ciberseguridad a menudo se presenta como una ocurrencia tecnológica de último momento, algo que se agrega una vez que se desarrolla la innovación. Pero esta mentalidad está peligrosamente obsoleta.
En realidad, la ciberseguridad es la base estratégica sobre la que descansan los servicios digitales modernos. Sin él, los sistemas digitales no pueden escalar, integrarse ni ganarse la confianza de los usuarios. Se recomienda encarecidamente un enfoque de diseño ciberseguro.
Esto es especialmente cierto en la era de la IA. La seguridad específica de la IA se ha convertido rápidamente en una prioridad empresarial, solo superada por la seguridad en la nube, según una nueva investigación realizada por S&P Global Market Intelligence 451 Research para Thales.
Más del 52% de las organizaciones dicen ahora que están priorizando las inversiones en seguridad de IA sobre otras áreas. Esto marca un cambio fundamental en la forma en que las empresas asignan los presupuestos de ciberseguridad, lo que refleja la urgencia creada por la IA generativa y las amenazas automatizadas.
El Reino Unido ya está reconociendo la naturaleza estratégica de la ciberseguridad. Casi todas las grandes organizaciones consideran ahora que esto es una prioridad a nivel de junta directiva.
Legislaciones como la Ley de Seguridad de las Telecomunicaciones y los esfuerzos en torno a la identidad digital reflejan una conciencia cada vez mayor: la seguridad no es una limitación para la innovación, sino un facilitador.
Confíe en un entorno de alto riesgo impulsado por la IA
La confianza digital consiste en garantizar que los sistemas en los que confían las personas (para demostrar la identidad, gestionar la salud o conducir de forma segura) funcionen según lo prometido, incluso en situaciones de estrés.
A medida que se acelera la adopción de la nube y la IA continúa remodelando modelos de negocios completos, las organizaciones enfrentan nuevos tipos de amenazas: malware inteligente, fraude habilitado para deepfake, exploits de código automatizados y agentes maliciosos no autorizados que implican sistemas de inteligencia artificial de próxima generación que involucran a humanos sin ninguna toma de decisiones.
Si a esto le sumamos los desafíos que enfrenta la computación cuántica, queda claro que las defensas tradicionales no serán suficientes.
Para crear soluciones cibernéticas verdaderamente resilientes, las organizaciones deben adoptar una mentalidad de atacante: probar, explorar y perfeccionar constantemente las defensas en situaciones dinámicas del mundo real.
Una estrategia sólida de ciberseguridad no consiste solo en responder a amenazas conocidas, sino también en anticipar lo desconocido mediante pruebas continuas y adversas.
Se debe generar confianza en el sistema desde la capa de silicio hasta la capa de software. Esto incluye prepararse ahora para la criptografía poscuántica, adoptar arquitecturas de confianza cero y desarrollar herramientas de seguridad mejoradas, conscientes de la IA y resistentes a la IA.
Esto es particularmente importante en sectores como la movilidad y la identidad. A medida que los vehículos definidos por software se convierten en la norma y el Reino Unido se prepara para ampliar servicios como la billetera GOV.UK, proteger el “yo digital” se vuelve fundamental.
La biometría puede facilitar el acceso, pero también genera preocupación pública sobre las infracciones. A diferencia de las contraseñas, no se pueden restablecer. Por lo tanto, es crucial garantizar que la biometría sólo se utilice cuando esté justificado, que los datos personales estén fuertemente cifrados y que los patrones biométricos se almacenen localmente siempre que sea posible.
En las infraestructuras conectadas -desde sistemas de energía y agua hasta hospitales y ferrocarriles- las consecuencias de un compromiso no son teóricas. La ciberseguridad se está convirtiendo en una cuestión de seguridad de la vida, no sólo de TI.
Una responsabilidad compartida
Avanzar requiere acción colectiva. Los gobiernos deben liderar con estándares claros y adquisiciones seguras desde el diseño. La industria debe tratar la ciberseguridad como una investigación y desarrollo central, no como gastos generales. Y brinde al público las herramientas para proteger sus propios datos e identidad, con transparencia y control integrados en la experiencia digital.
Investigaciones como el Estudio de seguridad en la nube, que abarca a casi 3200 encuestados en 20 países, muestra que las preocupaciones globales están convergiendo: la IA, la nube y la seguridad de la identidad ya no son temas específicos: son prioridades de las juntas directivas y de las políticas públicas.
Si el Reino Unido puede combinar su agenda de innovación con una base sólida de confianza y resiliencia, tiene una oportunidad única: no solo liderar la adopción digital, sino también definir cómo es una sociedad digital segura, ética y centrada en el ser humano.
Las recompensas son inmensas: un futuro en el que los servicios sean fluidos, en la que se confíe en la IA y en el que la confianza del público no sólo se mantenga, sino que se gane. Pero para alcanzarlo, tenemos que aceptar una simple verdad:
La ciberseguridad ya no se trata sólo de detener los ataques. Se trata de habilitar todo lo demás.
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