En 1992, un joven de 19 años de Tamil Nadu se bajó de un tren en Mumbai con sólo 200 rupias en el bolsillo y un sueño que luego alimentaría a millones.
Prem Ganapati no perseguía la fama ni la fortuna; Él sólo quería un trabajo. Pero después de ser engañado por un reclutador y quedarse varado en un pueblo extraño, lava platos para sobrevivir. Lo que construyó a partir de ahí fue Dosa Plaza, una marca mundial de alimentos del sur de la India que ahora forma parte del folklore empresarial favorito de la India.
De la supervivencia a la inteligencia callejera
Los primeros días de Ganpati en Mumbai fueron difíciles. Dormía en pequeñas cabañas, trabajaba en turnos de 16 horas y ahorraba hasta el último centavo. Pero en medio del caos de las calles de Mumbai, notó una cosa: a la gente le encantaban las dosas, pero las opciones eran limitadas. La mayoría de los vendedores sólo venden la versión clásica simple o masala. Al ver la oportunidad, pidió prestada una pequeña cantidad de dinero e instaló su carrito de mano frente a un complejo de oficinas en Bandra.
Su modelo de negocio era precios sencillos y asequibles, sabor y limpieza constantes. En cuestión de semanas, los asistentes a la oficina hacían cola para recibir su crujiente dosa. Sin embargo, no se trataba sólo de servir comida; Ganapathi observó lo que les gustaba a sus clientes, pidió comentarios y modificó constantemente su menú. Como alguien bromeó una vez: “¿Por qué no la dosa china?” Regresó a casa y descubrió a Sejwan Dosa. Esa chispa de curiosidad lo cambió todo.
Hacer una marca, una dosa a la vez
En 1997, su carrito se había convertido en un pequeño restaurante, pero Ganapathi ya estaba pensando en grande. Se dio cuenta del poder de la marca y la coherencia. Cuando los centros comerciales comenzaron a remodelar la cultura gastronómica de la India, inauguró Dosa Plaza en 2003 en un centro comercial de Navi Mumbai. El menú ahora tiene más de 100 dosas que van desde Paneer Tikka hasta American Delight.
La franquicia se convirtió en su siguiente salto. Ganapathi se asegura de que se mantenga una limpieza estricta en cada establecimiento y las recetas uniformes son raras en las cadenas inspiradas en la comida callejera. Poco a poco, su humilde marca cruzó las fronteras indias hacia Nueva Zelanda, Oriente Medio e incluso Fiji. Para alguien que alguna vez no pudo pagar el pasaje del autobús, ver un cartel de “Dosa Plaza” en una ciudad extranjera fue justicia poética.
Lecciones de los carros de mano
El viaje de Ganapati no es sólo una historia de negocios; Es un estudio sobre el emprendimiento de base. Nunca tuvo un MBA, pero sus instintos para la experiencia del cliente, la innovación y la confianza en la marca eran más agudos de lo que cualquier título formal podría enseñar. “No se puede comprar la lealtad, se la gana, un cliente satisfecho a la vez”, dijo una vez en una entrevista.
Hoy en día, Dosa Plaza opera más de 100 establecimientos y continúa expandiéndose. Pero el verdadero legado de su fundador reside en la mentalidad que representa: los pequeños comienzos que no son limitaciones son plataformas de lanzamiento.












