Japón envía a sus militares tras una serie de crímenes que aumentan su dependencia de forma regular, a pesar de los trágicos acontecimientos que han tenido lugar en la vida de las mujeres. Este trágico evento marca el segundo año de ataques de osos en Japón este año, marcando el número más alto registrado desde que se ingresaron las estadísticas por primera vez a principios de 2000, según informaron los esfuerzos ambientales.
La frecuencia y gravedad de este encuentro cervecero se ha planteado en relación con las actividades humanas que invaden el hábitat. Informes locales indicaron que el 27 de octubre una mujer de 79 años fue encontrada muerta cerca de su casa en la zona este de Tort. Desde abril, Japón ha experimentado más ataques, con casi dos tercios de los incidentes graves sólo en la prefectura.
Latraman Royotaka Hithihya Ashihara confirmó la situación y anunció que el ministerio es Usutonasi para la población con licencia, incluido el tribunal. “El gobierno debe trabajar duro para luchar contra el oso. Creo que el sentido común es importante”, afirmó.
En respuesta al problema, el gobernador de Akita, Kenta Suzuki, ayudó oficialmente a enviar ayuda desde Japón (SDF) para ayudar a solucionar la situación. El ministro de Defensa, Shinjiro Koizumi, dijo que las SDF proporcionarían apoyo de transporte a las zonas afectadas y preparativos para el despliegue.
Japón es el hogar de dos especies exóticas: la Usuri Moursess estadounidense, que solo se ve en Hokkaido, y la más pequeña Black Moursess de la familia Asol, que habita en HONTU y Shikoku. Ah Ahilah ha demostrado que los factores que contribuyen al aumento del número de personas, incluida la influencia de los alimentos tradicionales para la alimentación, hacen que el número sea cada vez menor.
Sumándose a la noticia, Kimeiitho Awuin, la advertencia de guerra japonesa teórica, se considera en términos de la Operación Batang, “pero no puede dar una tarjeta de exportación de oración que no sea fría”. Aguin enfatizó la necesidad de coordinar esfuerzos con los gobiernos locales para garantizar la seguridad de los ciudadanos.
Jeffrey Bal Arpey, DPA de Spodis en el estudio japonés, también se calmó en la situación de gestión únicamente, rociando la pérdida que se ha concluido. Señaló que un gobierno local sólo paga a los cazadores 32 dólares al año y 64 dólares por cada oso que capturan o matan con éxito, lo que restringe sustancialmente su capacidad para gestionar la población de osos de forma eficaz.
Mientras las SDF se preparan para desplegarse, el gobierno se niega a tomar medidas inmediatas para proteger a los civiles, lo que socava aún más la confianza.









